miércoles, 5 de noviembre de 2008

POR LA CALLE CON LA CABEZA EN LA LUNA.


Los accidentes callejeros suelen ser la consecuencia de una distracción. Para los adolescentes y jóvenes, la costumbre de enfrascarse en los auriculares o de enviar “mensajitos” de texto mientras caminan por la calle.

Aunque algunos se esmeren de hablar de los “Jóvenes de ahora”, los adolescentes de todos los tiempos han buscado identidad, continencia y seguridad en los grupos de su edad, aprendiendo con ellos a comulgar en determinados códigos.
Esa vivencia colectiva se traduce en costumbres que la tradicional distracción juvenil convierte en experiencias de riesgo. Celulares y MP3 se han consagrado como iconos a los que los chicos dedican la mayor parte de la atención diaria, incluso, cuando caminan por la calle escuchando música y prestando más atención a los mensajes de texto que al tránsito.
La crónica negra de todos los días muestra que la epidemia mundial de accidentes de tránsito tiene como protagonistas centrales a los jóvenes. Además, según las estadísticas de Administración Nacional de Seguridad de Tránsito, aproximadamente ocho de cada diez conductores jóvenes no usan cinturón de seguridad.
La sociedad contemporánea tiene sus riesgos. Los avances mundiales contra la mortalidad infantil y los logros alcanzados en la lucha por extender las expectativas de vida contrastan con los riesgos que la existencia urbana entraña para los jóvenes. Es frecuente escuchar hablar de droga como amenaza generacional. Es un drama pero no el único.

La luz que alerta:
La asociación Americana de Emergencias Médicas acaba de encender la luz roja. Afirma que los adolescentes y los adultos jóvenes llegan a los servicios de emergencia con lesiones graves y a veces fatales porque no prestan atención a su ambiente mientras reciben y envían mensajes de texto o van por la calle con el MP3.
Un estornudo, cuando una persona esta conduciendo un vehículo a 100 Km. por hora, representa un recorrido de 80 metros en el que se pierde toda la atención. Leer un mensaje de texto puede equivaler a tres o cuatro estornudos seguidos.
Aplicando esta situación en la cuidad, donde los riesgos son mayores debido a la cantidad de habitantes y movimientos, las posibilidades de desencadenar un accidente, ya sea como peatón o conduciendo un vehículo, se incrementan considerablemente.
En Salta el Jefe de guardia del Hospital San Bernardo, Julio Cesar Amado, cuenta que “No hay casos registrados de pacientes que hayan llegado por haberse distraído enviando un mensaje de texto o por no haber escuchado la bocina mientras cruzaban la calle escuchando música”. Sin embrago, esas imprudencias están al orden del día “Lo vemos en la calle – dice el médico – donde se comenten muchas infracciones ya sea en el auto o caminando” y afirma que hay chicos que cruzan la calle sin tomar las precauciones necesarias. “Es un problema de educación” manifiesta.

La distracción tecnológica:
El doctor Amado piensa que “El problema está en que los jóvenes deben valorarse como individuos” y arriesga que “Cuesta mucho a los adultos adaptarse a los nuevos códigos grupales”.
Con el uso indebido del celular y del MP3 pasa un fenómeno particular. Esta de moda ir caminando con auriculares, escuchando música a todo volumen sin prestar la mínima atención al entorno. Los oídos son absorbidos por la música y la persona queda totalmente aislada de los sonidos que pueden advertirle que está por cometer una infracción o que está corriendo el riesgo de tener un accidente. Lo mismo pasa con la concentración de la vista cuando se lee un mensaje de texto. La visión periférica marca de forma borrosa lo que acontece alrededor de uno, pero no se tiene una definición de imagen correcta por lo que la focalización total está en el celular. Las costumbres derivan fácilmente en excesos. El uso prolongado e indebido de los audífonos para escuchar música produce también lesiones a nivel auditivo. “Vamos a tener muchos chicos hipoacúsicos por el uso permanente y el nivel de sonido 120 decibeles, pronostica el Doctor Amado. Estos traumas acústicos con el tiempo se hacen crónicos y comienzan a notarse en la edad adulta.
Este artículo lo saque de la revista M&S el día domingo 26 de octubre de 2008. La verdad que esta muy bueno y es realmente interesante.

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