jueves, 2 de octubre de 2008

Biblioteca viajera

El día 30 de septiembre se instaló en la plaza 9 de julio el BIBLIOMÓVIL del Congreso de la Nación. Se trata de un micro de trasporte de larga distancia trasformado en una biblioteca. Tiene aproximadamente 3500 libros de literatura universal, capacitación docente, diccionarios y autoayuda. Cuanta además con 10 computadoras con posibilidad de conexión a Internet, TV, video casetera, pantalla y varios. Además, el lugar cuenta con un equipo de sonido, proyector y pantalla para cine. También tiene mesas, juegos y tableros, entre otros elementos.

Entre sus objetivos específicos se encuentran fomentar la lectura y se estima que recibirá en sus días de visita a Salta 1500 alumnos de diferentes escuelas y niveles de enseñanza.

Cuando me entere de la existencia de este BIBLIOMÓVIL se me vino a la cabeza aquella frase de Borges “Siempre pensé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca” En este caso se trata de una biblioteca que viaja por rutas y caminos, llevando a cada cuidad y pueblo espacios culturales que se constituyen no sólo como disparador de lectura sino como un espacio para el desarrollo de tareas para despertar el interés cultural de adultos y jóvenes (que no es poco…)

1 comentario:

Coordinación dijo...

Muy buena esta iniciativa que comentás, Pía. Es una manera de que la cultura llegue a todos, una invitación a que muchos puedan leer, utilizar las tecnologías y compartir un espacio inteligente. Ojalá que también llegue a ciudades y localidades del interior...
Y recordando a Borges, en ese magnífico "poema de los dones", en el que habla de la ironía del azar, o de dios, que le dio a la vez "los libros y la noche":

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.

(...)