“LO QUE DEBE PREOCUPAR ES EL DESCONOCIMIENTO”
No existe peor forma de miedo que el miedo a lo desconocido, y el desconocimiento por parte del público pareciera estar en el origen de las preocupaciones sobre este tema. Existen numerosos mitos al respecto: por ejemplo la gente se preocupa por las antenas de telefonía celular pero olvida que existen antenas de radiodifusión FM y AM y TV desde hace muchos años. Otro error habitual es creer que no existen normas. Debido a que el tema esta vinculado a la salud el Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación fija los límites máximo de densidad de potencia de campo electromagnéticos (Res. 202/95) y, por la naturaleza de los servicios que prestan los diversos tipos de antena, la Secretaria de Comunicaciones también regula el tema, aprobando la norma del MSP (Resol 530/2000). Ambos han tomado como referencia la OMS (Organización Mundial de la Salud).
A menudo repito a mis alumnos un ingeniero no opina, un ingeniero mide. Nuestro laboratorio (Laboratorio de Investigación aplicada y desarrollo) ha desarrollado cientos de mediciones, desde Ushuaia hasta Puerto Iguazú, y consistentemente hemos encontrado valores pero es muy por debajo de lo que las normas permiten, en el caso de las antenas de telefonías celular entre cien y mil veces inferiores. Dado que la normativa ya ha tenido en cuenta el principio de precaución al establecer los límites, tanto en el campo habitacional como en le laboral, ello debería llevar tranquilidad a la población.
Un factor no menor es el efecto visual de las antenas. Nos preocupamos por una que emerge en un barrio, pero no notamos la multitud que puebla las azoteas de edificios. En Córdoba, detectamos una torre con 37 antenas. El campo electromagnético no reconoce fronteras y, sin importar cuantas y cuales sean sus fuentes, el efecto neto es la suma de todas. Al respecto podemos informar que hemos medido numerosas instalaciones complejas sin siquiera acercarse a los límites.
Existe una contracara notable de este fenómeno visual: en el ámbito urbano, de cuando en cuando, edificación constituye un obstáculo para la propagación de ondas.
Eso se soluciona con pequeñas microceldas colocadas a lo largo de avenidas o dentro de grandes estructuras edilicias como los shopping. Claro que por ser tan pequeñas es más fácil disimularlas, y en la mayoría de los casos el público no las notas porque son demasiadas pequeñas. Y ya se sabe “ojos que no ven corazón que no siente”
“LAS COMPAÑIAS EXPERIMENTAN CON NUESTRA SALUD”
Ningún estudio científico ha demostrado la inocuidad de las microondas que emiten las antenas de telefonía celular y los teléfonos portátiles. Por esta razón los productos y servicios que venden las empresas de telefonía celular no tienen un cartel que digan “inocuo para la salud de adultos y niños”. Técnicos, gobiernos y empresas acordaron el uso de esta tecnología sin que se evaluara previamente que efectos tenían sobre la vida humana y el ambiente.
Los estudios se multiplicaron a medida que aumentaban los usuarios. Es cierto que la bibliografía disponible incluye trabajos a favor y en contra. Pero lo insólito es que a pesar de las numerosas publicaciones que demuestran sus efectos negativos sobre la salud humana en la Argentina no se aplica a las antenas y su radiación de alta frecuencia el Principio de alta frecuencia y Precaución” que establece el artículo 4 de la Ley Nacional 25675.
Las microondas producen efectos térmicos (pues mueven las moléculas de agua que calientan a su vez las células y tejidos), y efectos no térmicos. Entre los térmicos, en animales de laboratorio dañan cornea y cristalino, testículos y afectan el desarrollo. Entre los efectos no térmicos se menciona la alteración de la hormona melatonina de la enzima ODC, de la barrera hematoensefálica (que protege el cerebro de las sustancias tóxicas), del sistema inmune y del sistema nervioso. Mientras algunos países establecen valores bajos de radiación (una densidad de potencia de cuatro microvatios por cm. Cuadrado para 1800 MHZ por ejemplo), la Argentina sigue los criterios internacionales ICNIRP – WHO – EU, más generosos y convenientes para las telefónicas (950 microvatios por cm. Cuadrado para 1900 MHZ). Por eso las empresas no le temen a las mediciones: casi siempre están por debajo: lo que no significa por cierto que sea inocuo.
artículo de la Revista Rumbos 2008
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